Hemos aprendido a ignorar la belleza y todo aquello que vale
la pena rescatar. Aprendemos a caminar con un “no” como respuesta, en lugar de
ver cada una de las posibilidades que nos circundan. ¿Por qué debe haber una
sola forma de entender el mundo? Pareciera que si no estoy afirmando una
postura, me transformo en “el enemigo”: o soy de derecha, o soy de ultra
derecha, o soy de izquierda o soy roja, o soy radical o… o… o…
Cada vez que me defino o me definen, me encarcelan las
palabras que me indican cómo debo actuar, cómo debo pensar, cómo debo sentir,
qué debo decir y qué debo tolerar o no tolerar.
Algunos dirán que soy débil y sin postura; que por “gente
como yo” el país es una mierda… y tal vez tengan razón. Otros dirán que lo que
digo es también una postura, que no puedo vivir sin una y de nuevo vendrán a encasillarme.
Hoy sí recuerdo a los 43 y sus familias, pero también
recuerdo que hace un par de años leí una nota cuyo título decía (palabras más,
palabras menos) “Sí a la vida, pero toda la vida”. Pienso también en una serie
de cosas que he visto en estos días y son imágenes que se repiten cada año en
mi comunidad:
·
Gente haciendo filas para que las camionetas de
la Delegación lleguen a repartir cobijas porque el frío es intolerable para las
personas en sus pequeñas casas.
·
Gente que sigue viviendo en casas de cartón, de
lámina, de tablas y de malos materiales (que son, además –curiosamente-,
vecinos del TEC, la Ibero y el Centro Comercial Santa Fe)
·
Gente “de bien” pasando en automóviles junto a:
“zonas marginales… Algo así como las de Brasil” y lamentándose de la injusticia
que vive nuestro país –mientras van al cine, a la fiesta, etc.
·
Personas que veo todos los días haciendo fila
mientras llegan camionetas (2) llenas de verduras en proceso de descomposición
y cada persona de esa fila con una bolsa para levantar lo que aún puede ser
salvado para preparar, no la cena navideña, sino la comida de todos los días…
Así podría seguir con una larga lista de cosas que veo todos
los días y cada vez me sorprendo cuando los veo tener actitudes “tan parecidas
a lo humano” –No me malinterpreten, pero eso comentamos cuando me confiesan que
muchas veces los tratan como animales y a pesar de ello, de pronto “también nos
sale lo humano, maestra”.
La vida, sí, pero toda la vida. Me he notado olvidando todo
esto, pero cada día recuerdo que hay mucho que realizar, muchas cosas que
cambiar: cada que veo a una niña con su bebé entrar a mi salón de clase, cada
que una alumna me pide permiso de dejar su caja con empanadas para vender en el
descanso y sacar para su comida, cada que un alumno me cuenta que sus papás no
están todo el año con ellos, pero en navidad les dan los regalos más exóticos
que puedo imaginar; cada que un alumno –ya sea de las “zonas marginales” o de
escuelas particulares, me cuenta que están tan solos que no saben hacia dónde
más mirar.
La vida, sí, pero toda la vida. Justicia, sí, pero para
todos.
No sé qué cenaré en Navidad. Nunca hemos sido ostentosos en
estas fechas. Volveremos a dormir temprano y a la mañana siguiente –después del
despilfarro navideño y de año nuevo- volveremos a la misma cotidianidad.
Volveremos al mismo mundo de soledad, injusticia, egoísmo y así será otro año y
otro y uno más.
¿Volveremos al mismo mundo? ¿Justicia para todos? ¿Vida para
todos? Creo que es posible y no dejo de trabajar por ellos desde lo que sé
hacer.
Qué orgullo saber que tengo un alumno que quiere estudiar
psicología para poder ayudar “más y de mejor modo” en el centro de rehabilitación de adolescentes
donde trabaja como ayudante; uno que está por graduarse como estudiante de
artes plásticas y desea regresar a su comunidad… etc. El proceso es lento, sí.
Pero ante todo, yo le apuesto a la vida en todas sus manifestaciones…
Tal vez sea cobarde y me puedan catalogar en alguna de las
cajitas que tanto gustan… Si me llegara a acomodar en alguna, no dudaré en avisarles
y gustosa me pondré mi código de barras que me certifique como tal. Por ahora,
soy rara y tengo “múltiples caras”: a
veces soy… y otras soy… y unas más soy… Y sí…, gracias. Así soy.
Hoy dormiré con esta frase: La vida, la justicia, el
recuerdo… sí, pero todo, todo el tiempo. Pensar en aquellos que fueron
arrebatados violentamente, pero también en aquellos que hasta ahora no tienen
más remedio que trabajar para comer: ¡Qué curioso que algo tan básico deba
ganarse en estas zonas!
Un alumno alguna vez me dijo: “Dicen que no tenemos
conciencia política y que somos ignorantes… como niños a los que nos deben
educar para que el país cambie… y tienen razón maestra, pero luchar requiere
pensar y para bien pensar hay que leer y estudiar y reflexionar además de la
escuela y yo vengo a la escuela sacrificando horas de trabajo y ganando menos
por menos tiempo en la chamba. A veces creo que pensar es un privilegio de
quien sí tiene qué comer…”
Hoy, en esta navidad doy gracias porque soy una privilegiada
que puede pensar, aunque digan que pienso pendejadas, el pensamiento siempre se
puede pulir. La vida, sí… pero toda la vida. No pretender ser “luchador social”
para alimentar la propia vanidad y permitir que la injusticia se nos cuele en
el cotidiano.
Feliz navidad a todos aquellos en quienes no pensamos esta noche.