Hubiera querido, hubiera deseado, hubiera… hubiera… hubiera…
Hoy veo los signos de puntuación,
los tiempos, el lenguaje… todo de modo distinto. Aprendí, lloré, reí, amé…
¿amé? Lo dije entre sueños a tu espalda,
mientras la besaba. Cuando abrí los ojos estabas ahí. No fue un sueño… estabas
ahí.
El amor se escribe en pasado, el
presente es vorágine, violencia, verdad; el pasado es nostalgia, pero también
es camino andado, aprendizaje, angustia, amor. Acariciar tu espalda en la
distancia y saber que no más. “No más”, porque tenerte cerca es potenciar todo
lo que tengo y... Me voy con mis maletas y una pelota que encontré en el
equipaje, tiene un nombre; está vieja, parchada. Sus colores son opacos. Sus
colores han huido.
Tiene más palabras: “nostalgia”, “pasado”;
pero también dice “presente” y “yo”.
Hubiera querido, hubiera deseado,
hubiera… hubiera… hubiera…
Hoy hay puntos suspensivos, me
enseñaste el vértigo de un punto final. No hay puntos finales en mi historia,
sólo ciclos que vienen y van… que pasan de largo lanzando una sonrisa cuando vuelan
junto a mí, pero nunca se van. Me consuela saber que hoy tampoco hay un punto, sino una pelota… mi pelota que remiendo una
vez más.
¿Hubiera?, nunca más. Soy, fui,
fuimos, quisimos ser, seremos. Soy yo, fui contigo, fuimos vorágine, quisimos
ser y no pudimos, seremos en el tiempo que deviene cada vez. Cuando pases junto
a mí, sonríe como lo hago ahora: con nostalgia por lo que pudo ser y no será, con
una lagrima guardada cual piedra preciosa porque me demuestra lo humana que aún
puedo ser.
Sigo mis pasos, recorro los que
tuve y en cada huella respiro tu piel, tu sonrisa, tus miedos, tu soledad, tu
odio; pero también tu fragilidad que te obligas a esconder, tu corazón que
estuvo en mis manos un instante.
Por ese pequeño instante, valió la pena el
recorrido.
Te lo devuelvo quedándome con un fragmento de él.
Recupero el mío
dejándote parte de mí.
Mi pelota tiene un pedacito
brillante junto al “yo”.
Eres tú, es tu nombre.
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