miércoles, 7 de noviembre de 2012

“Detente sombra de mi bien esquivo...



Hoy me hizo particular sentido este Tren Nocturno que no deja de andar…

Terminar la función de hoy, escuchar el estruendo de los aplausos y sentir el calor de más de 30 corazones que vivieron este momento con nosotros fue maravilloso; sin embargo, entre piernas… al terminar de agradecer tanto cariño no pude más que llorar.

Hoy me hizo particular y violento sentido.

Una obra que, desde que la leí, me dijo más de lo que cualquiera puede imaginar y que cada función no dejé que me afectara:

“Eso no es ‘profesional’”

Y hoy ver a quien te fue tan cercano, con quien compartiste tantos de nuestros más profundos secretos provocó lo que siempre… cada función, quise evitar.

Me condujo directamente a nuestro pasado, a nuestra complicidad, a nuestro amor que el tiempo va borrando como se borran las huellas en la arena del desierto.

Hoy, más que nunca deseé que fueras ,tú, Stephanie, mi Stephanie. Hoy, más que nunca dije ese monólogo pensando en aquel momento en que “besé cada parte de tu cuerpo”, recordé como “ese hermoso cuerpo estaba dispuesto a los inventos” y cómo fue que tantas veces te dije que era feliz… que me “hacías completamente feliz y no hay un sólo momento en el que pueda arrepentirme de ello”.

Vi y sentí las lágrimas verdaderas de una Stephanie en el escenario, pero supe que no eran suyas, que no eran reales y no eran por mí; y a pesar de ello, vi en esa actriz tu rostro y tus lágrimas y tu lamento al saber que nuestra historia debía terminar a pesar nuestro. Hubiera querido detener el tiempo y seguir observándote y poder gritar a los cuatro vientos cuánto y cómo te amé y me amaste… pero no pude: “La función debe continuar”.

Esperé el pie para voltear y sentir a la actriz decir sus textos… En ese instante, Sor Juana se hizo presente para hacerme recordar cuánto deseo tenerte junto a mí:

“Detente sombra de mi bien esquivo,
Imagen del hechizo que más quiero…”

Te escuché… eras tú, era tu voz pidiéndome esperar. Fuiste tú quien me decía: “Mírame, Claudia… mira cuánto he crecido. Hoy vengo por ti… ‘Sé que no puedo vivir más que en este mundo, pero quiero vivirlo contigo’… Quédate.”

Terminó la ficción. Escuché el aplauso del público. Contuve el llanto que quiso hacerse presente  todo el tiempo y que no dejé escapar. Agradecí con una sonrisa complacida… y nadie supo lo que se derrumbaba en mi interior. Salí a esconderme entre piernas y las lágrimas no dejaban de salir… En esa hora y media fuiste tú y sólo tú, conmigo “en un instante irrepetible…único” que se quedó grabado en lo más profundo de mi ser.

Sigues en mí y sigo esperando que suceda el milagro de ver tus ojos otra vez y saber que hay un Tren Nocturno a Georgia que nos espera en el andén 21… No importa que sólo sea una ficción.