jueves, 13 de diciembre de 2012

Me con-formo…



Seis treinta de la mañana. No he perdido la costumbre de abrir los ojos a esta hora.
Sin embargo, el ímpetu de escribir no se suscitó cuando los primeros rayos del día se hacían presentes a través de las cortinas. No.
Los primeros minutos de la madrugada me impulsaron a escribir aquello que no puedo dejar de gritar en unas hojas olvidadas.

Un simple deseo. Un deseo de ti.

En efecto, hoy sólo deseo una cosa:

Tu voz en mi oído, tu presencia en mis sabanas, tu aliento recorriendo mi espalda…
Tu recuerdo dormido en mi memoria, renaciendo en este despertar.

Me conformo con saberte menos distante,
me conformo con la memoria de mi cuerpo que se niega a soltarse de ti,
me conformo con estas cenizas que arden en mi pecho y
la pluma en mi mano que no puede más que emular una sombra de tu recuerdo,
de tu sonrisa,
de tu piel…
una sombra inútil, un reflejo distante sobre el agua.

Y a pesar de ello,
me con-formo con el saber el sabor de tus labios,
aquel que he buscado en otras bocas y
que sólo dejaron tras de sí el amargor de una creencia.

Me con-formo con el morir en tu recuerdo y
me con-formo con renacer entre tus sábanas…
prenderme a tu pecho como un fantasma y
saberte junto a mí, aunque ya no estés conmigo.

En fin…
me con-formo con perderme en el recuerdo de ese pequeño instante
en el que fuiste eternidad y  fuimos infinito.



Una Sibila.
Velézquez