viernes, 20 de diciembre de 2013

6:15 de la mañana… Te extraño.




2:50 de la madrugada y abro los ojos, me parece que he dormido demasiado; sin embargo, al corroborar la hora, me doy cuenta de que es más temprano de lo que esperaba. Doy vueltas en la cama, no puedo dormir… pienso en los pendientes decembrinos que aún no he concluido.

3:28 de la madrugada y decido revisar el Facebook. Tal vez mis amigos han realizado en estas horas algo interesante. Fabián llegó a Bogotá. Los chismes de siempre: anhelos, promesas, palabras vacías, palabras sentidas, chistes, canciones… Nada nuevo, pero sonreí.

3:40 de la madrugada y no sé qué hacer. 

Hace mucho frío. Dos cobertores, una cobija, sábanas polares, un edredón y una cobija sobre-cama no parecen ser suficientes. ¿Cómo levantarme a hacer cualquier cosa sin que eso signifique congelarme?

4:15 de la madrugada

Decido salir de la cama. Durante media hora estuve pensando en muchas cosas: en ti, en mí, en aquello de lo que no me arrepiento, en la necesidad que tengo de cerrar ciclos y cómo los he ido cerrando poco a poco. Deseé hablarte, pero es muy temprano… No, no es buena idea hacerlo. Tal vez lo mejor sea adelantar esos pendientes que hay en el escritorio. En fin, me levanto, me lavo los dientes mientras el espejo me dice que estoy muy pálida. ¿Cómo no estarlo si no he podido dormir desde las 2:50 de la mañana?, y, sin embargo, sé que comienzo a relajarme. La Madre Naturaleza me lo hizo notar… ahora estoy más tranquila.

4:30 de la madrugada 

Estoy en el patio viendo las estrellas. El cielo que se ve en Santa Fe está despejado. La Avenida de los Poetas está vacía y el cielo oscuro permite que las estrellas brillen con hermosa intensidad. Hace frío, mucho, pero esta vez no me lastima. Respiro profundamente y el aroma a musgo mojado, a tierra limpia, a campo, hace que me den ganas de caminar. Es mala idea, son las 4:30 de la madrugada y una caminata por el panteón no parece ser lo mejor… no ahora.

4:41 de la madrugada. 

Hace demasiado frío como para seguir en el patio y prefiero entrar a casa. No quiero seguir dando vueltas en la cama, así que cedo ante mi deseo de escribir. ¿Escribir, qué? ¿Lo que hice ante un insomnio?, eso no es divertido ni importante, pero sí es la pauta que necesito para continuar.


4:47 de la madrugada, inicia el recuento y cierre.


Revisar los acontecimientos de  este año es un trabajo aburrido para quien no soy yo; sin embargo, puedo hablar de ciclos que se cumplen. Por fin comienzo con esa dificultad que me he impuesto desde hace mucho tiempo, la dificultad de cerrar procesos: 

1.       Por fin concluí con Hacienda y cada vez estoy más cerca de estar al día. Considerando que siempre me ha causado angustia ser sujeto fiscal.
2.       Lloré muchísimo una relación que nunca fue “real”. Casi un año en un espejismo, pero ¿qué es lo real? Lo real es aquello a lo que yo decido darle realidad. Fuiste real, te amé, me oculté, lloré, me castigué; pero también viví. Hoy estoy segura de que no deseo más. Tengo un largo camino recorrido y el mundo es distinto para mí. Quiero vivir mi tiempo, no regresar al que fui. Gracias por haber estado casi un año conmigo y en mí.
3.       Regresaron –¡Qué curioso!- mis fantasmas del pasado y a cada uno le doy su lugar. Quiero despedirme y quedar tranquila. Cerrar ventanas… tanto ruido me perturba y no me permite pensar. A la distancia me despedí de Venezuela, de la música, en cierto modo también de un pasado en el teatro. Es momento de despedirme y continuar.
4.       Tomar café en el Colegio de México con una clara intensión académica y a lo largo de un año quererte tanto, disfrutar tanto y reír pensando que eres mi Dharma y mi mejor amigo.
5.       Estoy cansada de intimidar a quienes quiero… No soy más que nadie. Siempre puedo decir que me siento vieja, fea y estúpida… ¿Por qué crees que soy más? Tengo mi retrato como el de Dorian por eso la gente cree que tengo mucho menos de 30. Estudié filosofía sin un amor inicial… El amor se construye. Hice un posgrado porque eso es lo que “se debe hacer, ¿no?” y no por un auténtico amor. ¿Ser más…?,  ¿intimidarse por eso? No lo entiendo.
6.       Encontré algo importante: la capacidad que creía perdida de reconocerme como reconozco a los demás. Gracias a una mirada brillante, que me tomó dulcemente y me mostró caminos paralelos al que me aferraba a mirar, fue que reconocí en mí algo que aún no puedo enunciar con palabras, pero que sé que ahí está. Merecer…

Reconozco que estoy deslumbrada, que salir de la caverna y ver la luz ciega  y confunde, pero después de un momento, todo adquiere sentido. No sé si te quiero a ti o aquello que me hiciste sentir. Hoy quiero eso, pero quiero encontrarlo en mí sin tu ayuda: Saber que puedo merecer más allá de las migajas que me conformaba con aceptar. Gracias, porque hoy veo algo que antes no quería ver. Gracias porque me encanta aprender y en tan poco tiempo me has enseñado tanto, aún sin darte cuenta.

5:14 de la madrugada y la ansiedad ha desaparecido. 

Me levanto y cuento mis libros… son muchos… más de 100 y cada uno cuenta una historia. Alguien diría que, finalmente, cada historia termina siendo –a su modo- una historia de amor. Pienso en este año y me doy cuenta de lo afortunada que fui y soy al haber amado tanto.

6:00 de la mañana

El escritorio sigue lleno de pendientes. Ciclos que no he cerrado y es preciso trabajar: Filosofía, Ifigenia, Allende, Jodorowsky, IEMS, Estorino.

  
6:15 de la mañana… Te extraño. Hay tanto que quiero escribirte, susurrarte… vivir.


 6:30 de la mañana… Aún faltan unos minutos para eso, pero sé que en ese momento prepararé café y saldré al patio a ver las últimas estrellas.

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